Solidaridad masculina
Una mujer está en la cama con su amante cuando oye al marido llegar.
Vamos -le dice al amante- De prisa, quédate en pie allí en la Esquina.
Rápidamente, ella cubre el cuerpo del amante con aceite y lo salpica con talco por encima y le dice:
No te muevas hasta que yo te diga. Finge que eres una estatua, que yo vi una igualita en casa de los Almeida.
En eso, el marido entra y pregunta:
¿Qué es esto?
Ella, fingiendo naturalidad:
¿Eso? Ah, es sólo una estatua. Los Almeida colocaron una en el cuarto de ellos y me gustó tanto que compré una igual.
Y no se habló más de la estatua.
A las dos de la madrugada, la mujer estaba durmiendo y el marido todavía está viendo la TV. De repente, el marido se levanta, camina hasta la cocina, prepara un sándwich, agarra una lata de cerveza y va para el cuarto. Allí, se dirige a la estatua y le dice:
Toma, come y bebe algo, ¡hijo de la gran puta! Yo me quedé dos días como un idiota, en el cuarto de los Almeida y ni un vaso de agua me ofrecieron.
sábado, 28 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario